
Literatura Erótica
El erotismo no solo se enfoca en literatura, también a través del cine, teatro, pintura, escultura e incluso la música. Aquí se presenta una galería de imágenes representando el erotismo a través del arte.

Este cuadro de Goya de 1800 pasó a la historia como el primer desnudo integral profano del arte occidental, además de como uno de los primeros en los que se mostraba el vello púbico femenino. Cuando se pintó, la iglesia católica prohibió la exhibición de desnudos artísticos, así que la Maja Desnuda, nunca se expuso en público durante la vida del pintor.

El grabado de Katsushika Hokusai muestra a la esposa de un pescador disfrutando de los placeres de un insólito encuentro con un pulpo. Este autor pintaba algo más que paisajes.

La obra de Hieronymus Bosch (El Bosco) tiene también un buen número de detalles sensuales. Datada entre 1490 y 1510, muestra todo un repertorio de pecados, incluidos los actos que se ven en la imagen, donde hombres y mujeres desnudos interactúan entre ellos, con caballos, pájaros, sirenas, plantas… lo que sea. Según la profesora Laurinda S. Dixon, la pintura rebosa “una cierta curiosidad sexual adolescente”.

A Paul Cézanne se le conoce bien por distintas pinturas sobre bañistas desnudos, la mayoría mujeres. En este obra, sin embargo, retrata las figuras de hombres desnudos. Puede que esta escena no sea de las más eróticas, pero la manera en la que el artista jugó con la representación clásica del cuerpo, y la relación entre la desnudez y la mirada del espectador sí sugiere una estética erótica. Cézanne pintó este cuadro de memoria, a falta de modelos reales.

En una ocasión, Mark Twain definió esta Venus de Tiziano como "la pintura más loca, salvaje y obscena del mundo”. Con su desnudez descarada y esa mirada fija en los ojos del espectador, este desnudo femenino de 1538 es innegablemente erótico.

Gustavo Klimt, el pintor simbolista austriaco aficionado al dorado en los cuadros, dejó obras mundialmente conocidas como “El Beso” o su retrato de Adele Bloch-Bauer I. Si bien estos cuadros, y los demás personajes desnudos que popularizaron sus obras, emanan sensualidad, no hay otro tan erótico como este.

obra perdida del pintor renacentista italiano Leonardo da Vinci, de la que se conservan distintos bocetos, copias, réplicas y otras versiones.

Creado en 1750 por Miyagawa Isshō, este pergamino Shunga representa un encuentro entre dos hombres, uno de ellos seguramente un samurai, y el otro un actor de kabuki adoptando un papel femenino.

Esta pintura de 1863 de Édouard Manet, se inspira en la Venus de Tiziano y en la Maja Desnuda de Goya. Según narró Antonin Proust, la pintura de esta prostituta era tan escandalosa, que “sólo las precauciones que tomó la administración evitaron que la pintura fuera destrozada” en su primera exposición.

Esta obra maestra del Rococó está llena de simbolismo y refleja el affaire extramarital de una joven. ¿Ves a ese hombre escondido en el bosque, a la izquierda del lienzo? No sólo está a punto de recibir un zapatazo; también tiene una vista privilegiada de lo que hay bajo el vestido de la joven. ¿Erótico? Puede ser. Dejémoslo en rarezas del siglo XVIII.

La famosa pintura primitivista de Picasso muestra a cinco prostitutas desnudas, supuestamente de un burdel de Barcelona. Con sus formas femeninas no convencionales y sus miradas implacables, este cuadro es la versión protocubista del erotismo.

A pesar del título, la sexualidad subyace en estos dos desnudos de Egon Schiele, entrelazados de una forma que recuerda a las intensas obras figurativas del gran pintor austriaco.

La Venus del Espejo de Diego Velázquez muestra una mujer que disfruta contemplando su propia desnudez. Para ser una pintura realizada entre 1647 y 1651 –un período marcado por el rechazo del público español a los cuerpos desnudos en el arte-, este cuadro tiene, claramente, una intención lasciva (Tiziano y Rubens también hicieron sus propias versiones de la Venus del Espejo).